Honduras sufre una profunda crisis de gobernabilidad desde 2009. En esta fecha se produjo un golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Manuel Zelaya Rosales. Dicho golpe provocó la condena casi unánime
de la comunidad internacional, que no reconoció al gobierno de facto que tomó el poder. Durante los meses que este gobierno dirigió el país, hasta que se celebraron elecciones a finales del mismo año, se bloqueó el acceso a crédito y a otros recursos a favor del Estado, lo que provocó un daño importante en su economía 1. Además en aquellos días se produjo una importante fractura en la sociedad hondureña, que se vio polarizada entre quienes apoyaron el golpe de Estado y sus opositores. En noviembre de 2009 se celebraron unas elecciones de muy dudosa legitimidad, que no fueron supervisadas por las autoridades internacionales que normalmente certifican estos procesos y que dieron como vencedor al actual presidente Porfirio Lobo Sosa del Partido Nacional. El nivel de participación fue el más bajo de las últimas décadas 2. Con posterioridad a estas elecciones el nuevo gobierno fue reconocido paulatinamente por el resto de estados y organismos internacionales, volviendo el país a reintegrarse a la comunidad internacional en las condiciones previas al golpe.